A pocos minutos del inicio del
show que los ingleses de James brindarán en el Teatro Caupolicán me cuesta
trabajo dimensionar que tan altas están las expectativas del público respecto a
su presentación. Lo único seguro es que se espera mucho más que en su anterior
paso por nuestras tierras, en el marco de la primera versión del Festival Lollapalooza
Chile (2011), en donde no cargaron con la presión de ser cabezas de cartel, ni
tampoco con el tiempo suficiente para desarrollar un show completo. Además,
vuelven con la promesa de repasar sus 30 años de trayectoria (celebración que
ya comenzó con la edición del box set “The Gathering Sound” el pasado mes de
Febrero), en un concierto que tendrá una duración de más de dos horas, según
antecedentes entregados por el propio Jim Glennie, bajista y uno de los
fundadores de la banda.
Lo cierto es que James se
presenta en Chile en uno de sus mejores momentos, después de haber participado
en la reciente versión del Festival Coachella y de haber realizado una gira
orquestal a fines del 2011, en donde pusieron en escena a 22 músicos y un coro
de 16 personas (An Evening with James &
the Orchestra of the Swan and the Manchester Consort Choir). Sabemos que
tienen repertorio de sobra que les permite ofrecer un espectáculo de un gran
nivel artístico y musical, sacando dividendos de su sonido tan característico,
y de la ventaja que les da el ser una banda ya consolidada, habiendo superado
su etapa más oscura, en donde tuvieron que lidiar con las constantes fricciones
al interior del grupo.
A las 21:00 hrs. el Caupolicán ya
se encuentra prácticamente lleno, por un público cuyo promedio de edad se eleva
por sobre los 30 años, y en donde ya se puede percibir un poco de ansiedad en
el ambiente. Con tan solo 10 minutos de retraso hacen su ingreso los siete
músicos que conforman James, y de inmediato se desata la euforia entre los
asistentes, quienes acompañan con las palmas los acordes iniciales de “White
Boy”, energía que se mantiene durante la interpretación de “Seven”, en donde
Tim Booth se quita su gorro y ofrece una primera demostración de su
característico baile (el cual proviene de la “danza extática”, que el vocalista
a practicado durante años). El recinto estalla con el sonido de “She’s A Star”,
uno de sus grandes éxitos, y Tim se suba a la barrera de contención para
sentirse más cerca de sus fans, quienes no paran de saltar y cantar. El show
continua con la vitalidad de “I Know What I'm Here For” y la sensibilidad de “P.S.”,
en donde destacan los arreglos de violín, interpretados a la perfección por
Saul Davies.
Los sonidos más electrónicos de
“Space” no logran motivar del todo al público, y este pequeño letargo se
mantiene también durante la interpretación de “Don't Wait That Long”, quizás a
raíz de esto es que Tim decide darle más participación a sus fans, casi
obligándolos a hacerse cargo del coro de “Tell Her I Said So”. Para cuando
comienza a sonar “Honest Joe”, el excéntrico cantante se saca la chaqueta y
ofrece una nueva sesión de su peculiar baile, el cual complementa sacando a una
mujer del público y convirtiéndola en su compañera de danza. Resulta fácil
darse cuenta que tanto la banda, como los asistentes, la están pasando muy bien,
lo que queda en evidencia en toda la energía que se genera durante la
interpretación de “Waltzing Alone” y “Ring The Bells”, canciones donde el
público no deja de saltar y aplaudir.
Llega el turno de “Dust Motes”,
una de las canciones más románticas de la jornada, y Tim pide silencio al
público, quienes de inmediato acatan la orden, y en donde solo unos tímidos
aplausos rompen la calma. El violín y la trompeta se roban la película en “Johnny
Yen”, sonando en perfecta sincronización y causando la aprobación generalizada
de los asistentes. Durante la interpretación de “Sound” se produce uno de los
momentos más memorables de la noche, cuando hacía el final de la canción, Andy
Diagram aparece en medio de la galería tocando la trompeta, recibiendo de parte
de los aun sorprendidos fans, una lluvia de abrazos. No solo este hecho causa
la empatía del público hacía Andy, sino que desde el inicio del show lleva una
camiseta de la selección chilena, con el número siete en la espalda y el nombre
“James”. Comienza a sonar “Come Home”, todos saltan y bailan aprovechando al
máximo el momento, la interpretación culmina con el vocalista subido en la
barrera de contención lanzándose hacía el público que lo recibe con los brazos
abiertos. Tim anuncia la última canción y el teatro casi se viene abajo cuando
comienza la música del clásico “Getting Away With It (All Messed Up)”, todos
cantan al unísono mientras Tim baila en el centro del escenario, en un estado
de trance. Los aplausos invaden el escenario, mientras los músicos se retiran
hacia el backstage.
Al cabo de unos minutos de la
insistencia del público que no se resigna a que el show haya terminado, James
vuelve al escenario entre aplausos, sabiendo que tienen preparado lo mejor para
el final. Comienza a sonar otro de sus mayores éxitos, “Say Something”, y
contra todos los pronósticos, ahora es el turno de Tim Booth de aparecer
cantando en medio de la galería, dejando a la banda casi en un segundo plano, y
convirtiendo el evento en una verdadera fiesta. La canción es interpretada
íntegramente desde el público, quienes no dejan de abrazar y tocar al frontman. Sin dar lugar a que bajen las
revoluciones, y mientras Tim retorna al escenario, suena “Sometimes”, y tal como ha
sido la tónica a lo largo del show, los asistentes se entregan por completo al
baile y al canto. De la mano de “Laid” llega el momento culmine de la jornada,
Tim invita al escenario a todos los que quieran bailar y en cuestión de
segundos el área ya se encuentra repleta de fans que se mueven al ritmo de la
música. Un momento inolvidable que viene a cerrar uno de los mejores shows del
que haya sido testigo el Teatro Caupolicán. La banda agradece el apoyo, la
energía y la buena recepción que tuvieron, y se pierde tras el telón rojo que
adorna el fondo del escenario.
Si James creía tener una deuda
pendiente con nuestro país, estoy seguro que después de este show puede darse
por saldada, y con creces, ya que en exactas dos horas de música brindaron un
espectáculo que no solo destaca por su calidad musical, sino por la entrega de
cada uno de los integrantes de la banda, quienes validan a la perfección la
teoría que para cautivar al público no solo basta con tener una batería de
éxitos, sino que la música debe complementarse con establecer una sintonía con
cada uno de los asistentes, haciéndolos participes del show y generando una
conexión que va más allá de lo netamente físico.
Al término de la presentación de
James era tanta la satisfacción del público, que de inmediato comenzaron a
retirarse del Teatro, sin siquiera intentar que la banda volviera, quienes
inclusive tenían pauteado tocar dos canciones más si sus fans lo solicitaban (“Stutter”
y “Tomorrow”). Este concierto dejará postales inolvidables en el inconsciente
de cada uno de los asistentes, además de dar una verdadera cátedra de la importancia
de dejarlo todo en el escenario.
Setlist
1. White Boy
2. Seven
3. She’s A Star
4. I Know What I'm Here For
5. P.S.
6. Space
7. Don't Wait That Long
8. Tell Her I Said So
9. Honest Joe
10. Waltzing Alone
11. Ring The Bells
12. Dust Motes
13. Johnny Yen
14. Sound
15. Come Home
16. Getting Away With It (All Messed Up)
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17. Say Something
18. Sometimes
19. Laid
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