Mientras tomo mi ubicación en la
pista del Club Chocolate (ex–rockola),
me sigo preguntando las razones por las cuales se eligió este recinto para
albergar la segunda visita de los ingleses de The Kooks, ya que resulta al
menos paradójico que teniendo como referencia que su primera presentación se
realizó en un Teatro Caupolicán lleno, la producción del evento haya decidido
disminuir considerablemente la cantidad de tickets disponibles. Una suerte de contrasentido
si tenemos en consideración que el show del 2009 se enmarcó en la promoción de
su segunda placa, “Konk” (2008), la cual a pesar de no ser muy conocida por
estos lados, tuvo una muy buena recepción por parte del público. Me cuesta
trabajo entender que el marco de público no le haga honor a una banda que con
sus primeras dos producciones logró vender más de 4 millones de copias en todo
el mundo, y que día a día suma reconocimiento por parte de la crítica
especializada.
Ahora, tres años después de aquella
presentación, The Kooks regresa como una banda mucho más madura y con un nuevo
trabajo bajo el brazo; “Junk Of The Heart” (2011). Si existe algo que se le
criticó al cuarteto en su anterior incursión por nuestras tierras, fue la corta
duración de su show, ya que en poco más de una hora de música repasaron gran
parte de su repertorio, dejando con gusto a poco a los asistentes. Es de
esperar que ahora que su catálogo de éxitos es mucho más extenso puedan ofrecer
un espectáculo más completo y que todas las expectativas que se han generado en
torno a esta presentación sean superadas con creces. Si cabe alguna duda
respecto a la ansiedad que existe por volver a ver en vivo a los británicos,
solo basta con fijarse en lo rápido que se agotaron las 1.200 locaciones que
fueron puestas a la venta, para hacerse una idea.
Solo un telón blanco y negro
adorna el pequeño escenario, en donde casi por milagro se pudo montar el backline, de a poco se empieza a llenar
la pista central de un público mayoritariamente de clase ABC1, y llama la
atención que la vista que tienen los que pagaron por una ubicación VIP, es
exactamente la misma que los que pagaron por VIP Lounge. Mientras, afuera del
recinto algunos asistentes discuten con los encargados de seguridad, que no los
dejan acceder al recinto a pesar de tener entrada en la mano, aludiendo que por
normativa vigente para los clubes se encuentra prohibido el acceso sin exhibir
la cédula de identidad. Ya es casi la hora del evento, y se puede percibir en
el ambiente que el público se encuentra extremadamente motivado, cantan cada
canción envasada que suena, teniendo su punto más álgido cuando suena “De
Música Ligera” de Soda Stereo, la cual es coreada por todo el recinto.
Con 15 minutos de retraso salen
al escenario los ingleses, provocando una ovación generalizada que retumba en
cada rincón del club. La canción encargada de dar el puntapié inicial es “Is It
Me”, y desde el primer minuto se denota una entrega incondicional de parte de
los fans, que no paran de saltar y cantar, y así se sucede a medida que avanzan
cada una de las canciones que conforman el setlist.
Ni siquiera las canciones de corte más lento, tales como: “Rosie”, “Sway”, “Tick
Of Time” o “Shine On” son impedimento para que el público baje las
revoluciones. Una selección de canciones muy bien lograda, que combina
perfectamente las canciones de su última placa, con los grandes éxitos de sus
anteriores producciones, que ya forman parte del inconsciente colectivo y que representan
apuestas seguras a la hora de subir la intensidad, este es el caso de “Always
Where I Need to Be”, “She Moves In Her Own Way”, “See the Sun” y “Ooh La”.
Existen cuatro momentos que
resultan memorables y que perfectamente se podrían convertir en postales que
grafiquen la intensidad de la presentación: primero, Luke Pritchard, solo en el escenario,
haciendo una versión acústica de “Seaside”, segundo, el frontman montado en un
amplificador tocando la guitarra, mientras las fanáticas del Vip Lounge se
esfuerzan por tocarle el pelo, tercero, la interpretación de “Do You Wanna”
durante la primera despedida de la banda, que por lejos fue la canción que más
energía le imprimió al público, y por último, el cierre del show que corrió por
cuenta de “Naive”, que tuvo como condimento el ingreso al escenario de una
fanática, que alcanzó a robarle un par de besos a Luke. Un show que estaba
destinado a ser todo un éxito, ya que con un público tan incondicional resulta
imposible no salir bien parado. Un sonido que quizás no estuvo a la altura de
las circunstancias, y que dejaba en evidencia sus limitaciones en las canciones
de corte más lento, pero que cumplía a cabalidad en los temas más potentes. Al
momento de evaluar el concierto, la elección del recinto pasa a ser una
anécdota más, lo cierto es que The Kooks ofreció un show en donde recorrió la
mayoría de sus éxitos, cautivando a un público que se entregó por completo, y
dejando en claro que más que una moda, son una banda ya consagrada.
Setlist
1. Is It Me
2. Always
Where I Need to Be
3. Matchbox
4. Sofa
Song
5. Rosie
6. She
Moves In Her Own Way
7. Sway
8. Runaway
9. Down To
The Market
10. If Only
11. Seaside
12. Tick Of
Time
13. See the
Sun
14. Eskimo
Kiss
15. Ooh La
16. How'd
You Like That
17. Shine
On
18. Do You
Wanna
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19. Stormy
Weather
20. Junk Of
The Heart
21. Naïve
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