miércoles, 27 de junio de 2012

Maquinaria Festival

En la historia del rock, existen ciertos hitos culturales que han sido capaces de marcar a generaciones completas, e inclusive a naciones, un ejemplo de esto lo constituyen los festivales de Woodstock (New York), o Wigh (Inglaterra), que tienen como principal similitud la capacidad de reunir a cientos de miles de personas en torno a un objetivo común: la música. Cuesta trabajo dimensionar el poder que tiene este arte para concentrar a toda una comunidad, sin diferenciar clases sociales, colores políticos o creencias religiosas, quienes a través de esta expresión cultural tan fundamental logran abstraerse de la realidad en la que se encuentran inmersos, y durante un espacio limitado de tiempo pueden dejar de lado todo los problemas que los someten día a día.

En Chile, hasta mediados de los noventas, un gran porcentaje de la población, principalmente los más jóvenes, no se sentían identificados con ningún movimiento de esta índole, en una época ampliamente dominada por el Festival de la Canción de Viña del Mar, que solo en contadas ocasiones apostaba por incluir números de rock en sus parrillas programáticas, pero que en la mayoría de los casos estaba orientado hacia otro tipo de público. Es así como empiezan a surgir los primeros intentos por implementar en nuestras tierras algún festival capaz de llenar estas ansias de rock y de abrir la posibilidad de reunir en un único escenario a los más grandes exponentes de este género. El primer intento en esta área llegó de la mano del Festival “Monster Of Rock” (que tiene sus orígenes en Inglaterra, 1980) y que tuvo cuatro ediciones en nuestro país, trayendo a artistas de la talla de Black Sabbath, Kiss, Megadeth, Faith No More, Judas Priest, entre muchos otros. Posteriormente, en 2004 aparecería el Festival “Santiago Urbano Electrónico” (SUE), que se realizó en seis ocasiones, y que a pesar de venderse como un evento electrónico también incluyó en sus lineup a grandes figuras de la escena rock, como lo son The Mars Volta, REM, The Strokes, Blondie, Morrissey y Scissor Sisters. Por último, el 2009 se llevó a cabo el “Pepsi Fest”, que durante siete días convoco a grandes bandas y solistas, tales como: Peter Gabriel, Chris Cornell, A-Ha, Sonic Youth, además del esperado retorno de Kiss.

Sin embargo, a pesar del éxito mediático y en convocatoria que supusieron cada uno de estos eventos, el público chileno seguía sin establecer un sentido de pertenencia con estos festivales y miraba con un poco de envidia lo que pasaba fuera de nuestras fronteras, con encuentros tan emblemáticos como lo son él: Rock In Rio, Coachella, Glastonbury y Lollapalooza, que año a año convocan a miles de personas, que viajan desde todas partes del mundo para vivir estas experiencias socio-culturales. Esta realidad comenzaría a cambiar a partir del segundo semestre del 2009, cuando en la cabeza del productor Leonardo Valeria se empieza a gestar lo que a la larga se convertiría en el festival de rock más importante del país.

El comienzo del sueño

El 2009, Leonardo Valeria, productor y director de Transistor, realiza las gestiones para traer de vuelta a Chile a Faith No More (The Second Coming Tour). Posterior a las dos exitosas presentaciones que se realizaron en la capital (Teatro Caupolicán y Estadio Municipal de La Florida) toma la decisión de acompañar a la banda en su gira por Brasil (4 fechas), y es en este viaje que conoce el Festival Maquinaria que se lleva a cabo en Sao Paulo. El evento causo tal impresión en el productor, que Transistor optó por comprar la franquicia del festival para replicarlo en Chile el 2010 (en la actualidad, ambos shows se manejan de forma independiente).

Para llevar a cabo la difícil misión de importar este mega evento a nuestras tierras, Valeria decide contactar a la productora Lotus (liderada por Sebastián de la Barra y Maximiliano del Río), con quienes trabajaron en conjunto para dar vida al ambicioso proyecto. Uno de los primeros desafíos fue la búsqueda de un recinto que reuniera las condiciones de ubicación, espacio e infraestructura necesarias para albergar un show de esta magnitud, inclinándose la balanza a favor del Club Hípico debido a su tamaño y su locación céntrica, de fácil acceso desde todos los sectores de la capital. Para la cita se dispuso de un terreno de 10 hectáreas, separadas en dos áreas, una grande para el público general y otra más acotada para los espectadores que priorizaran una ubicación preferencial (Rock Area), en los cuales se distribuyeron dos escenarios principales, una carpa electrónica, además de áreas de comida, baños y zonas verdes.

La primera edición del Maquinaria Festival se llevó a cabo el día 09 de Octubre de 2010, ante más de 50 mil espectadores y su lineup estuvo constituido por artistas internacionales de la talla de Pixies, Incubus, Linkin Park, Queen Of The Stone Age, Cavalera Conspiracy y El Otro Yo. Dentro de los representantes nacionales tuvieron su espacio Alain Johannes, Latin Bitman, Como Asesinar A Felipes (CAF), Movimiento Original y Pedropiedra. Además de destacados exponentes de los sonidos más electrónicos, tales como: Aeroplane, Erol Alkan y Rahzel. En total, fueron 12 horas de música que hicieron vibrar a todo el público que llegó al Club Hípico y que marcó un registro histórico, como el primer festival de rock masivo que se organiza en nuestras tierras. La importancia de este evento no solo radica en su aporte a la difusión del rock, sino también a que sirvió de vitrina, para mostrarle al resto del mundo que Chile estaba preparado para albergar eventos de esta envergadura, y que cuenta con un público sediento de participar en estas instancias. Es quizás este acontecimiento el que abrió la puerta a la posibilidad de importar otros festivales de categoría mundial, como por el ejemplo, el Lollapalooza.

El Maquinaria, como todo evento de gran convocatoria, no estuvo exento de críticas, y sin lugar a dudas la principal de ellas se gatilló tras la confirmación de una fecha adicional para albergar la presentación de los norteamericanos de Rage Against The Machine (que ya tenían un compromiso pactado para el día 09 de Octubre en Brasil). Su presentación se fijó para el 11 de Octubre en el Estadio Municipal de la Florida y también fue promocionado bajo la etiqueta de Maquinaria. Fue tanta la molestia de los fans que ya habían comprado su entrada para el primer día del evento, que el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC) recibió más de 250 reclamos exigiendo la devolución del dinero de las entradas. Dentro de las otras críticas que recibió el certamen se cuentan las dificultades de acceso, la escasa presencia de sectores destinados a necesidades básicas (higiene y alimentación), además de problemas de sonido en los shows.

Un ingrediente anexo a todo Festival lo constituyen los sideshows, que en esta ocasión estuvieron a cargo de Incubus y Pixies, los que se presentaron en el íntimo escenario del Teatro La Cúpula del Parque O’Higgins.

La consolidación

Posterior a la exitosa primera edición del Maquinaria Festival, la productora Lotus decidió continuar por otro camino (Lollapalooza Chile 2011), dejando a Transistor con la difícil misión de organizar en solitario una nueva versión del evento. Obviamente, al tener un punto de referencia tan importante, el desafío y las exigencias eran aún mayores, pero esto no sería impedimento para consolidar todo lo bueno que se realizó un año antes.

La gran novedad para esta nueva edición fue cambiar el formato del festival, aumentando a dos días su duración. Se mantuvo el Club Hípico como recinto escogido para albergar el evento, pero se aplicaron cambios en la distribución de las áreas destinadas al público, dejando el sector más próximo al escenario para el público general y un área VIP más alejada, pero con mayores comodidades (baños clase elite, degustaciones de comida, bar, polera oficial del evento, terrazas con actividades de las marcas patrocinadoras y sorteo de poleras autografiadas por las bandas). Al igual que en el 2010 se dispuso de dos escenarios principales que funcionaron de manera alternada y una carpa electrónica independiente para 10.000 personas.

La primera jornada de la segunda versión del Maquinaria Festival se realizó el 12 de Noviembre del 2011 y en base a un lineup potente se demostró que no escatimarían en esfuerzos para evidenciar su evolución y maduración. Y la primera señal de que la apuesta sería elevada lo constituyeron las bandas cabezas de cartel: Duff McKagan’s Loaded, Black Rebel Motorcycle Club, Down, Alice In Chains (sin lugar a duda uno de los shows más esperados del evento, y que venía a saldar su deuda con Chile), Chris Cornell (en un resentido formato acústico), Faith No More (interpretando íntegramente su disco más exitoso: “King For A Day Fool For A Lifetime”) y el cierre a cargo de Megadeth. Los abanderados nacionales fueron Alain Johannes, Perrosky, Matías Aguayo y The Ganjas, mientras que en la carpa indie/electrónica también se presentaron The Black Angels, The Magician y Vicarious Bliss, entre otros. Si decimos que este constituye el encuentro rock más potente en la historia del país, en ningún caso estaríamos exagerando, ya que no existe registro alguno de una constelación de estrellas, de esta envergadura, reunidas en un único evento.

La segunda jornada, 13 de Noviembre, tendría matices diferentes, a simple vista se visualizaba mucho menos llamativa que la anterior, con una parrilla más heterogénea y orientada a un público no tan eufórico como el primer día. Sin embargo, había nombres que seguían estando a la altura de las circunstancias: Sonic Youth (show que tenía un condimento especial tras la separación del matrimonio entre Thurston Moore y Kim Gordon), Primus (en una suerte de revancha tras el show incompleto que brindaron como teloneros de Faith No More el 2010), Stone Temple Pilots, Snoop Dog, Damian Marley, Violadores del Verso y en menor medida el japonés Miyavi. Los representantes chilenos fueron Movimiento Original, Francisca Valenzuela y Gepe, mientras que dentro de los números más sobresalientes de la carpa indie/electrónica estuvieron Inspiral Carpets, Crystal Castles y Tiga. A pesar que la baja en la asistencia fue notoria, en relación al sábado, no cabe duda que la mayoría de los 30.000 asistentes se fueron más que conformes con lo expuesto, y agradeciendo que un espacio de esta categoría se haya abierto a un tipo de público más misceláneo.

Nadie puede poner en tela de juicio que el nivel de producción de la segunda edición del Maquinaria Festival superó con creces lo realizado el año anterior, sin embargo, el público nunca quedará 100% satisfecho. En este contexto, las críticas más recurrentes entre los 90.000 espectadores que asistieron al evento apuntaron al impacto negativo que tuvo el viento en el sonido de algunos shows (principalmente los del Transistor Stage), la excesiva presencia de polvo, que al menor movimiento se levantaba causando una nube de tierra que hacía extremadamente difícil respirar, la rápida desaparición de los alimentos y  bebestibles, haciendo que muchos asistentes se quedaron con tickets de alimentación, la falta de zonas para hidratarse (elemento más que necesario en eventos de larga duración) y la determinación de última hora por parte de la Intendencia Metropolitana de no autorizar la venta de alcohol para el público general.

En lo que respecta a las presentaciones anexas al Festival, y bajo el nombre de “Opening Shows Maquinaria”, se llevaron a cabo los conciertos de Machine Head y Sepultura (Teatro Caupolicán), Goldfrapp y la Fiesta de apertura del Maquinaria Festival con Black Rebel Motorcycle Club y Tiga (Teatro La Cúpula).

Cuando la casa queda chica

Tras dos exitosas ediciones del Maquinaria Festival en el Club Hípico, y recogiendo las observaciones del público respecto a los constantes problemas de sonido (al estar condicionado por la presencia de los caballos, los escenarios debían ubicarse contra el viento), el exceso de polvo en el lugar y la deficiencia de los servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas, la productora Transistor anunció un acuerdo por 10 años con los dueños del Club de Campo Las Vizcachas para trasladar el evento a este recinto, el cual tiene una extensión de 90 hectáreas, zonas de camping, laguna artificial y piscina.

La principal novedad que tendrá esta edición del Festival es que los asistentes al evento tendrán la posibilidad de disfrutar de las dos jornadas de rock sin necesidad de abandonar el recinto, ya que emulando a otros eventos internacionales de primer nivel, se dispondrá de un sector para acampar. Además, conscientes de que el acceso al sector no es muy expedito y que existe mucho público que viene de regiones y que no se ubica mucho en la capital, es que se dispondrán buses de acercamiento, tanto para el inicio como para la finalización del show, que saldrán desde la Estación del Metro Macul.

En lo que respecta a los shows, se contará con un escenario exclusivo para los artistas nacionales, de tal manera de evitar que tengan que presentarse muy temprano, dándole un papel más protagónico.

Para esta edición del Maquinaria, que se llevará a cabo el fin de semana del 10 y 11 de Noviembre, se espera un incremento en la convocatoria de un 20% respecto al año anterior. Quizás como una muestra inequívoca del éxito que ha tenido este Festival es que la productora ya ha anunciado sus intenciones de expandir el evento a otras ciudades de Sudamérica (aun por confirmar).

viernes, 22 de junio de 2012

Enrique Bunbury: Licenciado de ídolo

A casi tres años desde su última visita, el cantante y compositor aragonés regresa a nuestro país para presentar en extenso su séptima placa de estudio, “Licenciado Cantinas” (2011), un disco de versiones del catálogo hispano-latinoamericana, que según palabras del propio Bunbury corresponden a canciones que aprendió en sus aventuras de cantinas, lugares en los cuales también se castigó mucho. El Teatro Oriente fue el lugar escogido para albergar la presentación del español, un ambiente mucho más íntimo que en su anterior show en el Teatro Caupolicán (gira de promoción del álbum “Hellville De Luxe”), y que asegura una asistencia bastante identificada con el artista, prueba de aquello es que las entradas para la ubicación VIP se encuentran agotadas hace más de un mes.   


A medida que se acerca la hora del concierto, los fanáticos comienzan a repletar el recinto, un público mixto, sin ningún rango de edad claramente definido y que a simple vista pareciesen no tener mucho en común. Siendo pasadas las 21:00 hrs. se apaga la luz del Teatro y salen a escenas los cinco músicos que conforman la nueva banda que acompaña a Bunbury: “Los Santos Inocentes”, y de inmediato los sonidos del acordeón, el contrabajo, la guitarra y la mandolina se apoderan del lugar, para dar paso a la interpretación de “El Mar, El Cielo Y Tú”. El público enloquece cuando hace su ingreso el español, vestido en un impecable traje rojo, con detalles en amarillo, además de brillos en la solapa y una gran calavera en la espalda. Para continuar con una apertura cargada a su último álbum, interpreta los temas “Llévame” y “El Solitario (Diario De Un Borracho)”, los cuales son coreados íntegramente por los fanáticos. A modo de introducción a “De Mayor” el carismático vocalista dedica sus primeras palabras al público, indicando que para él es un verdadero placer estar de vuelta, lo que tiene como respuesta una lluvia de aplausos de parte de la audiencia.

Por primera vez en la noche, Bunbury se cuelga la guitarra para tocar “La Señorita Hermafrodita”, la cual es recibida por los gritos de los asistentes, que parecen disfrutar cada minuto del concierto. El acordeón de Jorge Rebenaque asume el protagonismo en “El Extranjero”,  y el público acompaña la melodía con las palmas. El español se desprende de su chaqueta roja, para quedar con una camisa negra y un chaleco del mismo color del traje. Llega el turno de otra de las versiones de su nuevo disco: “Ódiame”, la cual es coreada al unísono por todos los fanáticos, y en donde recibe de regalo una bandera chilena, la cual ubica estratégicamente en la base de la batería. “Una Canción Triste” es presentado como un tema que no es tocado regularmente en vivo, causando la aprobación generalizada de todo el Teatro. Para la interpretación de “No Me Llames Cariño” Bunbury se pone un sombrero vaquero de color rojo con una calavera en frente, y se mueve en el escenario, simulando movimientos propios del boxeo. Los sonidos más rápidos y en ritmo de ranchera de “Ánimas, Que No Amanezca” se apoderan del recinto, y las palmas del público acompañan cada uno de los acordes. La pulcritud del show continúa con “Los Habitantes” y “Sácame De Aquí”, en donde además empiezan a aparecen ciertos movimientos de Bunbury, que hacen recordar a uno de sus grandes amigos: Raphael.


Bunbury, constantemente hace partícipe al público, instándolos a cantar, y los fanáticos asumen el desafío, como en “Que Tengas Suertecita”, donde se hacen cargo íntegramente de los coros de la canción. Le pegajosa melodía de “El Día De Mi Suerte” aumenta la intensidad y la energía, lo que contrasta con el tema “De Todo El Mundo”, que de la mano de sonidos más delicados baja rápidamente las revoluciones. La entrega del público alcanza uno de sus puntos más altos durante la interpretación de “Sí”, en donde los fanáticos no para de cantar cada una de las líneas. Bunbury indica que tocarán la última canción de la noche, pero primero se da el trabajo de presentar a cada uno de los músicos que componen su banda. Comienzan a tocar el clásico “El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás”, y es justamente durante esta canción que se produce quizás el único punto negro de la jornada, ya que en mitad de la canción esta tuvo que ser detenida debido a una trifulca que se produjo en la zona vip lateral, por razones que aún se desconocen. Apelando a toda su experiencia, el español esperó que los guardias sacaran del recinto a las personas que se vieron involucradas en la pelea y retomo el desarrollo del tema. Los músicos abandonan el escenario y se retiran hacía backstage.

El público no se conforma con la presentación y durante varios minutos piden que Bunbury y su banda vuelvan al escenario. Acatando el clamor popular, los músicos vuelven a escena para interpretar “Porque Las Cosas Cambian” y “San Cosme y San Damián”, en donde además el vocalista dedica unas sentidas palabras a sus fanáticos: “siento mucho no haber estado más veces en Santiago estos últimos años…esto ha sido en contra de mi voluntad”. El show continúa con “Infinito” y a esta altura, el público ya se encuentra totalmente entregado a la música del artista español. Bunbury vuelve a abandonar el  escenario y sus músicos lo siguen. Una audiencia incombustible sigue exigiendo el retorno de los artistas, quienes vuelven para ofrecer las últimas tres joyas que coronarán una velada transcendental. “Bujías Para El Dolor” es la encargada de abrir el tramo final del show, para seguir con “Las Consecuencias”, una canción mucho más sensible, y así lo reconoce el público manteniéndose en un respetuoso silencio. Suenan los primeros acordes de teclado que marcan el inicio de “…Y Al Final” y el Teatro enloquece, entregándose por completo a la presentación, y generando un cierre a la altura de las circunstancias. Bunbury agradece el apoyo del público y se retira del escenario entre aplausos, sus músicos siguen tocando y no se mueve un alma del recinto hasta que suena la última nota.


Un show sólido de principio a fin, en donde Enrique Bunbury entregó seis piezas de su último larga duración, además de recorrer los grandes éxitos de los discos más relevantes de su carrera en solitario: Pequeño (1999), Flamingos (2002), El Viaje A Ninguna Parte (2004), Hellville De Luxe (2008) y Las Consecuencias (2010). El carisma del español es indiscutible, con una facilidad para convertirse en el foco de atención que hasta los mejores frontman envidiarían, y si a eso le sumamos que su voz, lejos de desgastarse con el paso del tiempo, parece estar mejorando, tenemos como resultado una presentación que raya en la perfección y que tiene que haber dejado satisfechos a todos los fanáticos que llegaron hasta el Teatro Oriente.

Mención aparte merecen Los Santos Inocentes que brillaron con luces propios en cada una de las canciones, haciendo que “El Huracán Ambulante” (la anterior banda que acompañase a Bunbury en sus giras), quedaran como unos principiantes. Las características del recinto conspiraron para que el sonido fuese nítido, y con una potencia en su justa medida, consolidando todos estos factores en una presentación memorable, que permite soñar con la posibilidad de tener a Bunbury visitando más seguido nuestras tierras.

Setlist

1. El Mar, El Cielo Y Tú (Instrumental)
2. Llévame
3. El Solitario (Diario De Un Borracho)
4. De Mayor
5. La Señorita Hermafrodita
6. El Extranjero
7. Ódiame
8. Una Canción Triste
9. No Me Llames Cariño
10. Ánimas, Que No Amanezca
11. Los Habitantes
12. Sácame De Aquí
13. Que Tengas Suertecita
14. El Día De Mi Suerte
15. De Todo El Mundo
16. Sí
17. El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás
18. Porque Las Cosas Cambian
19. San Cosme y San Damián
20. Infinito
21. Bujías Para El Dolor
22. Las Consecuencias
23. …Y Al Final

lunes, 11 de junio de 2012

Paul Di’Anno: El dolor no es excusa para no rockear

Respeto. Esa es la palabra que mejor describe las razones de que haya sido tan celebrado el retorno a Chile de Paul Di’Anno. Respeto por una de las piezas fundamentales en la historia de Iron Maiden, y porque no decirlo, del heavy metal. Respeto por la voz a cargo de los primeros dos álbumes de los ingleses, que cuentan con clásicos de la talla de “Running Free”, “Phantom Of The Opera”, “Killers”, entre muchos otros. El show que lo trae de vuelta a nuestro territorio se enmarca en la gira “Running Free Again Tour 2012”, que tiene como principal atractivo la interpretación de los grandes éxitos de su paso por Iron Maiden, además de temas propios que ha cosechado a lo largo de su extensa trayectoria.


En un comienzo el recinto escogido para albergar este evento sería el Teatro Teletón, sin embargo, debido a una prohibición municipal para realizar eventos masivos y a la alta demanda de tickets, el concierto se trasladó al Teatro La Cúpula del Parque O’Higgins. Resulta importante recordar que a pesar que originalmente la Productora Toma publicitó el show indicando que el frontman tocaría de manera íntegra los álbumes “Iron Maiden” (1980) y “Killers” (1981), y tal como lo adelanto el ex-vocalista de la Doncella de Hierro en entrevista exclusiva con HumoNegro, esto no será efectivo, ya que por motivos ajenos a la productora, y que guardan relación con derechos puntuales, no se interpretarán los temas “Innocent Exile”, “Another Life” y “Prodigal Son” del segundo disco de los británicos. A raíz de esta información, los organizadores del evento dieron las facilidades para que las personas que no se sintieran conformes con el cambio en el setlist pudieran exigir la devolución de su dinero, pero al parecer las ganas por recrear en vivo la exitosa primera etapa de Iron Maiden fueron más fuertes, ya que a medida que se acerca la hora del show, un desfile de poleras y chaquetas negras comienza a repletar cada rincón del Teatro.

Las bandas nacionales de Inferis y Alto Voltaje fueron las encargadas de calentar el ambiente, con presentaciones que destacan positivamente en dos áreas: primero, lo bien logrado de su sonido y segundo, el respeto con el que fueron recibidos por el público, que a pesar de derrochar ansiedad, se dieron el tiempo de escuchar y apoyar a ambas agrupaciones. Cuando el reloj marcaba las 22:30 hrs. (diez minutos después de un inicio en falso) se apagaron las luces del Teatro y comenzó a sonar la canción “Hunter’s Prelude” de la película Drácula, que marca el inicio de lo que a la larga se convertiría en un show memorable.

Aparecen cinco músicos en escena y con ellos comienza a sonar “The Ides Of March”, que de inmediato enciende a los fanáticos que desatan su energía. Entra Paul Di’Anno, vestido sobriamente de negro, y con un potente “Hola Santiago” termina de hacer estallar La Cúpula. El show continúa con “Wrathchild” y queda en evidencia que el público está dispuesto a dar todo de su parte, transmitiendo entusiasmo y coreando cada una de las líneas de la canción.  El tema “Prowler” comienza con un “Are you ready?” por parte del vocalista, que como era de esperar recibe una aprobación generalizada desde todas partes del recinto. La canción se desarrolla con mucha intensidad y una participación constante de los asistentes. La presentación cae en un pequeño bache con “Marshall Lockjaw”, pero de inmediato vuelve a subir la apuesta con “Murders In The Rue Morgue”, en donde el frontman empieza a evidenciar sus problemas físicos, tomándose la rodilla derecha y bromeando respecto a que no podrá bailar. El público intenta motivar con las palmas, pero los dolores deben ser demasiado constantes, ya que ingresa un roadie que lo ayuda a sentarse a los pies de la batería. Evidentemente molesto con su lesión, el músico pide disculpas a la audiencia, y casi en un acto reflejo todo el Teatro comienza a corear su nombre, casi como si se hubieran puesto de acuerdo para subirle el ánimo. Paul dedica el tema “Strange World” a su esposa y cada uno de los fanáticos comienza a acompañar esta potente balada rock. Se habilita un improvisado asiento en medio del escenario, y el vocalista agradece todo el apoyo del público chileno, recurriendo a la clásica frase cliché de que somos los mejores seguidores de todo el mundo.


Paul continúa disculpándose por su situación e indica sentirse un poco avergonzado. La siguiente canción se la dedica a su ex-esposa, utilizando el cariñoso apodo de “la puta”. A pesar de toda la potencia que imprimen las guitarras y la batería, el público parece haber bajado un poco las revoluciones, y esto se mantiene durante el desarrollo de “Children Of Madness”. El vocalista aprovecha la interpretación del tema instrumental “Transylvania” para fumarse un cigarrillo y presentar a su banda argentina. Promediando la mitad del show, se mantienen las dedicatorias, con el tema “Remember Tomorrow”, que según palabras del propio músico fue compuesta para su abuelo cuando él estaba muriendo. El público canta y acompaña la canción, a medida que avanza la pista esta gana en velocidad en un constante crescendo de sonidos. Cuando llega el turno de “Impaler”, la poca interacción del público denota que no corresponde a un tema muy conocido. Paul vuelve a reiterar lo fantástico que es el público chileno, y antes de comenzar la interpretación de “Faith Healer”, deleita con una pequeña parodia  a  Stevie Wonder. La fuerza y potencia se mantiene con “A Song For You” y “Charlotte The Harlot”.

La última parte del show comienza con el clásico “Killers”, en donde Di’Anno indica que a pesar de que la gira está compuesta por muchas presentaciones, Chile seguirá siendo la número uno. El público explota, no para de saltar y cantar, derrochando energía por los poros, la misma que se mantiene durante la interpretación de otro de los grandes éxitos de Iron Maiden: “Phantom Of The Opera”. Sin lugar a dudas la secuencia más potente en lo que va corrido del concierto, y la entrega incondicional del público se mantiene con “Iron Maiden”. Las canciones encargadas de bajar un poco la velocidad son “Drifter”, que a pesar de su fuerza no logra motivar tanto como sus predecesoras, y la instrumental “Genghis Khan” que Paul aprovecha para consumir un nuevo cigarrillo. El Teatro La Cúpula se viene abajo con los primeros acordes de “Running Free”, y en una suerte de trance todo el público la corea al unísono. Llega el turno de una versión heavy metal del clásico “Blitzkrieg Bop” de The Ramones, la cual es recibida de muy buena manera por los asistentes.

El cierre del show queda a cargo de “Sanctuary”, donde los fanáticos terminar por entregar sus últimas reservas de energía. Entre los roadies y la banda ayudan a ponerse de pie a Paul, y juntos se despiden en el centro del escenario, mientras comienza a sonar el clásico “Don't Worry Be Happy” de Bobby McFerrin.

Quizás más de alguien dirá que Paul Di’Anno esta sobrepeso, que apenas puede caminar por sus propios medios e inclusive que a ratos llega a dar lástima verlo sentado en el centro del escenario, y tal vez todas estas afirmaciones tengan un grado de veracidad, sin embargo, abstrayéndose de estos temas anexos, lo principal que nos deja la visita del primer frontman de Iron Maiden es un show lleno de energía, potencia y emotividad. La banda estuvo a la altura de las circunstancias en todo momento, con un sonido nítido e intenso, al igual que la voz de Paul que proyecta ráfagas de heavy metal con cada nota que interpreta. Más allá del cariño y respeto que uno pueda o no tener por el vocalista, se agradece que a pesar de los problemas físicos que lo aquejan, sea capaz de salir a escena y entregarse por completo a su público, brindando uno de los mejores conciertos de lo que va corrido del año.

Setlist

1. The Ides Of March
2. Wrathchild
3. Prowler
4. Marshall Lockjaw
5. Murders In The Rue Morgue
6. Strange World
7. The Beast Arises
8. Children Of Madness
9. Transylvania
10. Remember Tomorrow
11. Impaler
12. Faith Healer
13. A Song For You
14. Charlotte The Harlot
15. Killers
16. Phantom Of The Opera
17. Iron Maiden
18. Drifter
19. Genghis Khan
20. Running Free
21. Blitzkrieg Bop
22. Sanctuary